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domingo, 12 de abril de 2009

El dogma central de la biología molecular: transcripción

En nuestra introducción al dogma central de la biología molecular, habíamos visto que los procesos fundamentales que lo definen son la transcripción (del ADN se obtiene el ARN mensajero, o ARNm) y la traducción (del ARNm se obtienen las proteínas), además de la replicación (del ADN se obtiene otra molécula idéntica). Veremos hoy con algo más de detenimiento el primero de ellos, refiriéndonos fundamentalmente en lo sucesivo al proceso de transcripción en eucariotas, es decir, organismos cuyas células cuentan con núcleo. El proceso en procariotas es, en general, más sencillo pero semejante. (Con los enlaces a la Wikipedia creo que puedes obtener un importante corpus de conocimiento sobre este tema.)

Recordemos que los segmentos o subsecuencias del ADN que sirven para obtener en última instancia los productos definitivos de la transcripción-traducción se denominan genes. Se calcula que el ser humano, como referencia, tiene unos veinticinco o treinta mil genes, cuyas secuencias vienen a suponer sólo un 5% del total del ADN. Pero la secuencia codificante (que codifica proteínas) de un gen no es continua, sino que se encuentra dividida en fragmentos (exones) separados por secuencias no codificantes (intrones). Ello significará, como veremos, trabajo extra para obtener el definitivo ARN mensajero.

Pues bien: tenemos a nuestro ADN habitando en el núcleo de la célula, mientras que las proteínas se fabrican en el citoplasma (en un futuro post sobre la traducción veremos que para esta actividad fabril se necesitan los ribosomas, que se sitúan, precisamente, por fuera del núcleo celular). Así que necesitamos un mecanismo de comunicación entre el ADN y los ribosomas, y que enlace, en definitiva, el núcleo con el citoplasma transportando la información. Este vehículo es el ARNm.

La obtención del ARNm es compleja y, permitidme, fantástica. Ya se apuntaba en
la pasada introducción que las proteínas deben fabricarse en el sitio y en el momento en que se necesitan. Por lo tanto, la obtención del ARNm como primera actividad necesaria para obtener el producto génico final tiene que ser regulada o controlada, regulación que se denomina genéricamente control de la transcripción. Este control puede resultar favorecedor de la obtención de la proteína o bien de su inhibición, y es llevado a cabo por un conjunto de proteínas reguladoras que se denominan factores de transcripción. Si favorecen la obtención del producto génico se denominan activadores o inductores y se unen al ADN en subsecuencias de éste denominadas promotores; si dificultan la obtención de las proteínas se denominan represores, que se unen al ADN en sus subsecuencias denominadas operadores.Asumamos ahora que tenemos el conjunto necesario de activadores acoplado al correspondiente promotor de la cadena molde (cadena codificadora a traducir de las dos cadenas del ADN) de un determinado gen. En estas condiciones (cuya descripción más ampliada quizá merezca otro post), es factible la actuación de la enzima ARN polimerasa II. Esta se acopla al extremo 3’ de la secuencia promotor (gracias a una secuencia especial de nucleótidos en el ADN denominada caja TATA por sus cuatro nucleótidos iniciales) y conforma, junto con el resto de proteínas inductoras, el complejo básico, o de iniciación, de la transcripción. Tras una serie de reacciones químicas, la ARN polimerasa II empieza a recorrer la molécula de ADN separando a su paso las dos cadenas acopladas, aunque vuelven a unirse posteriormente. La secuencia de la cadena molde va dictando su transcripción, para la que se seleccionan los nucleótidos complementarios que se van enlazando en dirección 5’->3’ formando una nueva cadena de ARN transcrito. Se utilizan los mismos nucleótidos que los componentes del ADN, excepto la timina, que es sustituida por uracilo. Cuando la enzima alcance otra secuencia particular del ADN, la secuencia de terminación, significará la separación de este ARN transcrito, y la ARN polimerasa II habrá terminado su función. [La imagen es una micrografía de la transcripción de un gen, en la que se indican los extremos 3' -Begin- y 5' -End-, y se aprecian claramente las cadenas de ARN transcrito en crecimiento simultáneo, más cortas conforme más cerca se encuentran del origen, y prácticamente completas hacia el final. Imagen de Wikimedia]

Pero, como hemos anticipado, tenemos un ARN que incluye segmentos de la secuencia codificante (exones) entre segmentos de secuencias no codificantes (intrones). Este ARN se denomina ARN heterogéneo nuclear, o ARNhn, o también ARNpre-m, y debe ser modificado (madurado) antes de pasar al citoplasma para servir, a su vez, de molde en la fabricación de la correspondiente proteína. Las modificaciones consisten, básicamente, en la adición de secuencias protectoras y señalizantes en sus extremos (normalmente una caperuza en el extremo 5’ y una cola poli-adenina, o poli-A, en el extremo 3’), el corte de la secuencia para eliminar los intrones, y la posterior unión de los exones para formar la secuencia codificante definitiva (empalme o splicing). Estos últimos procesos de corte y empalme, también muy complejos, son realizados por un conjunto de proteínas y ARN denominado espliceosoma. Como seguro os habréis imaginado a estas alturas, los extremos iniciales y finales de los exones y de los intrones se caracterizan por determinadas secuencias de nucleótidos que son reconocidas por el espliceosoma. Y para acabar de complicar un poco más la cosa, para un mismo gen pueden existir diferentes formas de cortar y empalmar que den origen a diferentes productos génicos.

Y ya casi está. El ARN resultante de la maduración del ARNhn es el ARN mensajero o ARNm. La transcripción está completa. Tan sólo faltará que el ARNm pase del núcleo al citoplasma para que pueda dar lugar a la traducción, otro de los procesos básicos del dogma. Y espero que no tardemos mucho en verlo.



[En la primera mitad del video tenemos la transcripción, con la doble cadena de ADN (roja) a la que se van añadiendo las proteínas del complejo de iniciación de la transcripción. Tras su activación, la ARN polimerasa II (complejo azul) inicia su recorrido a través del ADN, capturando los nucleótidos necesarios de su entorno y enlazándolos en el ARNpre-m (amarillo), que se libera cuando la enzima alcanza la secuencia de terminación. A su salida del núcleo, tendrá la lugar la traducción]

[Previo:: El dogma central de la biología molecular: introducción]

domingo, 22 de febrero de 2009

El dogma central de la biología molecular [intro]

Con este contundente nombre, y enunciado por el co-descubridor de la estructura del ADN Francis Crick, se conoce al conjunto de procesos que conducen a la fabricación de las proteínas desde el ácido desoxirribonucleico (ADN) inicial que se encuentra en el núcleo de la célula. Básicamente, encontramos en primer lugar la transcripción del ADN, que supone la síntesis (entre otros ácidos ribonucléicos) del ARN mensajero (ARNm). Posteriormente, este ARNm se traducirá, en el proceso denominado traducción (¿cómo se iba a llamar, si no?) en proteínas. En resumen, el dogma postula un flujo de información normalmente unidireccional con origen en el ADN y resultado final en las proteínas. El dogma contempla también otro proceso importante: la propia replicación del ADN, que supone en este caso un flujo de información de una molécula de ADN a otra.

El ADN, constituyente del conjunto de material genético, o genoma, de un organismo, es una macromolécula que puede ser entendida como un conjunto de frases de enorme longitud (más de tres mil millones de letras en el caso del genoma humano), confeccionadas con un alfabeto de cuatro letras: las cuatro moléculas correspondientes a los nucleótidos adenina (A), guanina (G), citosina (C) y timina (T). La larga cadena de ADN está compuesta por una doble cadena de nucleótidos, en la que se encuentran enfrentados (químicamente enlazados) en todo momento un nucleótido A con uno T, y un C con un G. El ADN se estructura en la conocida conformación en espiral, o de escalera de caracol.

Por su parte, el ARN también está compuesto de los nucleótidos que acabamos de ver, pero la timina desaparece para dejar paso al uracilo (U). Se conforma en una única cadena lineal que, en la parte que ahora nos interesa (ARNm y vinculados; hay otros orígenes para otros ARN), proviene de la transcripción del ADN.

En definitiva, de las enormes frases que componen el ADN se extraen por la maquinaria molecular de la célula algunas palabras relevantes que serán traducidas a proteínas. El proceso es complejo y asombroso, y está convirtiendo a la nueva biología en un problema informacional: tras la transcripción en ARNm de zonas especiales del ADN (secuencias codificantes, porque codifican proteínas), cada conjunto de tres nucleótidos consecutivos (denominado codón) leídos en el ARNm será traducido a un aminoácido en particular (monómero, o componente individual básico, de las macromoléculas -o polímeros- que son las proteínas), que será aportado por el ARN de transferencia (ARNt), y que será finalmente engarzado en la secuencia definitiva de aminoácidos que determina una proteína en particular. Este último mecanismo de la traducción tiene su base en los ribosomas, complejas máquinas moleculares encargadas de tal tarea y que están formadas por otro tipo de ARN (el ARN ribosómico, o ARNr) y por otras proteínas. Es de reseñar que las secuencias de aminoácidos en las proteínas pueden ser tratadas también como frases, aunque formadas ahora con un alfabeto de una veintena de aminoácidos (hay más, pero los relevantes para la vida son veinte).

Todo el proceso anterior, con una química ya de por sí ciertamente compleja, se complica todavía más puesto que debe ser regulado debidamente para poder discriminar:
  • Cuándo se realiza la traducción (creación de nuevas proteínas): sólo se hace en el momento adecuado para dirigir la reproducción celular (importantísimo en la biología del desarrollo, que estudia, por ejemplo, la fantástica diferenciación celular en órganos o tejidos que se da en el embrión desde la fecundación y que hace que tengamos, normalmente, tanto el número de miembros y órganos correcto como que estén colocados en su sitio), o cuando se necesita en cualquiera de los múltiples procesos de comunicación entre células vivas, o para crear o reforzar las estructuras celulares o tisulares, o para regular otros procesos, o para cualquiera de las múltiples y fundamentales funciones que desarrollan las proteínas en cualquier organismo.
  • Qué y cuánto se traduce: ¿qué proteína, y en qué cantidad, se necesita aportar ahora mismo a la función celular?
  • Dónde se encuentra la codificación de la proteína buscada, es decir, en qué lugar del ADN (subsecuencia) se realiza la traducción, lo que implica elegir una determinada secuencia de nucleótidos (denominada gen), relativamente minúscula en comparación con el océano de información que supone la cadena completa de ADN (en los organismos superiores, hay que encontrar cadenas significativas de tan sólo decenas o centenares de componentes entre una longitud total de varios miles de millones).
Como, tras esta introducción, en el futuro pretendo profundizar algo más, iremos viendo que no es de extrañar que detrás de los procesos asumidos por este dogma (ojo, hay mucho de simplificación en esta calificación, ya que se han ido encontrando excepciones y un dogma con excepciones no es tal) se haya pretendido ver la mano de diseñadores inteligentes o de seres que se encuentran más allá de las limitaciones humanas. Bueno, que los dioses aparezcan o no bajo los microscopios es una cuestión de interpretación libérrima de cada observador.

Continuación: El dogma central de la biología molecular: transcripción.

[Las imágenes utilizadas (representación de la doble cadena de ADN y esquema del dogma) se bajan de Wikipedia/Commons; los enlaces dirigen a los correspondientes artículos de la Wikipedia en español; hay gente maravillosa en esta Wikipedia y, en particular, los que se dedican a escribir sobre biología son extraordinarios en lo personal y en lo científico
]